Tomaste en cuenta mi ignorancia
mis mas profundas debilidades
mi ceguera, mi timidez...
que me enmudecia.
Nunca aprendi a pescar
ni nadar podia
mas al mar temía
por que las olas me aturdían.
Cuando más confundida me sentía
llegaste a mí
labriego, orfebre, pescador,
hundiste tu daga en mi corazón
abriéndome una herida.
Por la herida sangro ahora,
es sangre viva
que cual tinta
pintan los poemas
que me inspiras.
Tu amor entrego hoy
en estas letras que me roban la vida,
a todo aquel que mitiga
sus ansias de ti en estas lineas.
No hay dolor,
no hay sufrimiento,
saboreo los suspiros
que me acercan cada día
a tu presencia mi Dios
sabiendo cerca esta mi partida.
25/09/2005
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