sábado, 27 de marzo de 2010

En una carpintería



El otro día una amiga me contó una historia que comenzaba así:
En un taller de carpintería todas las herramientas estaban enojadas entre sí y se quejaban unas de otras.

Acusaban a la lija de ser muy áspera.
El martillo era tosco y bruto con sus golpes, y el serrucho siempre quería hacer maldades.

El taladro era agresivo porque dejaba siempre un agujero.
El destornillador daba demasiadas vueltas. El cincel era muy incisivo.
La pinza daba pellizcos y la tenaza mordía muy fuerte, por no hablar de la morsa que era muy pesada y provocaba mucha presión…


Además la cinta métrica se creía muy perfecta y se consideraba la medida de todas las cosas.


De este modo todos se quejaban y hablaban del defecto ajeno.
Así, cada vez el ánimo general empeoraba, y el clima que se respiraba en la carpintería era muy desagradable.

De repente llegó el carpintero, juntó todos los instrumentos a su alrededor, y comenzó a realizar un trabajo.
Al cabo de unas horas, había construido una hermosa mesa, hecha de noble madera y con bellos detalles.

Todas las herramientas quedaron maravilladas ya que cada una había intervenido en la construcción de esa hermosa mesa.

La lija con su cara áspera dejaba la superficie lisa. El martillo ayudaba a asegurar las partes de la mesa, haciéndola fuerte y sólida. Si algún clavo no entraba bien, la tenaza ayudaba a quitarlo para colocar otro más derecho.
El destornillador ajustaba con tornillos aún más las partes para que no se movieran, y una vez que la morsa había sujetado bien las tablas, el serrucho participó en preparar los cortes, los cuales salieron de las longitudes exactas, gracias a las medidas cuidadosas de la cinta métrica.
La pinza y el cincel colaboraban para dar formas a los detalles y adornos.

El carpintero, como buen maestro que era, hizo que se aprovecharan todas las capacidades y energías positivas de cada herramienta.

Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad.
Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.
¿Ocurre lo mismo con los seres humanos?
Observen y lo comprobará.

Cuando en una empresa, sea esta una industria, fábrica, pequeño negocio, hogar...el personal busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve densa y negativa.

En cambio, cuando tratamos con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es ahí donde florecen los mejores logros humanos.

Es fácil encontrar defectos. Cualquier tonto puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para los sabios que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos

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