El año 1858 la Inmaculada Virgen María se apareció a Bernarda Soubirous en la gruta de Massabiele, cerca de Lourdes (Francia). Por medio de esta humilde niña, María llama a los pecadores a la conversión y promueve en la Iglesia un gran celo de oración y de caridad, sobre todo como servicio a los enfermos y a los pobres.
Ven en ayuda de nuestra debilidad, Dios de misericordia,
y haz que, al recordar hoy a la inmaculada Madre de tu Hijo,
por su intercesión nos veamos libres de nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
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