jueves, 18 de marzo de 2010

CUARESMA, EL AYUNO EN LA ALEGRÍA DEL SEÑOR


La Cuaresma es un tiempo de conversión, que nos prepara para la fiesta de la Pascua.
Un tiempo en el que podemos arrepentirnos de nuestros pecados y cambiar, con el fin de acercanos más a Cristo.

Para ello, se nos invita a realizar tres prácticas penitenciales, a las que la tradición cristiana les da un gran valor.

Así por medio del :
- Ayuno,
- la limosna y
- la oración,

nos disponemos a experimentar el amor de Dios en nosotros.



1.- EL AYUNO.-


La cuaresma nos recuerda los 40 días de ayuno que Cristo pasó en el desierto, antes de comenzar su vida pública.
Tal como lo dice el evangelio :

"Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre" (Mt.4,1-2).



El desierto es un lugar de prueba, en donde nos encontramos con Dios, pero también con fuertes tentaciones.-

Los 40 años que los hebreos peregrinaron por él, son un signo de estas seducciones del mal. Allí se olvidaron de la compación que el Creador había tenido con ellos, "no tuvieron en cuenta su designio, ardían de avidez en el desierto y tentaron a Dios en la soledad" (Sal 105, 13-14).
Pero también fue el momento en que Dios les otorgó sus leyes y su gracia.
Como cuando Elías atravesó el desierto, y padeció la persecución de la reina Jezabel. Allí sintió la angustía y el temor, llegando a dudar tanto de su misión profética, que se deseó la muerte.
Sin embargo, se encontró con el ángel del Señor, que lo alimentó y le dio fuerzas para seguir.
"Fortalecido por ese alimento, caminó 40 días y 40 noches hasta la montaña de Dios, el Horeb (1 Re 19, 1-8).
Por lo tanto, la oración y el ayuno de Jesús, forman parte de una larga tradición, cuyo fin está en prepararse para cumplir con su misión.
Y al igual que lo sucedido con los profetas, en este ayuno se percibe tanto la angustía del enfrentamiento con el tentador, como la cercanía de Dios.

Ayunar significa privarnos de algo que en si mismo es bueno y útil para nuestro sustento.

El fin del ayuno no consiste en establecer una especie de proeza física, que nos demuestre nuestra capacidad para resistir. No es una competencia de mi espíritu, que trata de dominar las pasiones desordenadas mediante la prepotencia. No se trata de una lucha al estilo Kantiano, que busca imponer la voluntad sobre las pasiones para reprimirlas, no, sino que buscar encausarlas por medio de la virtud de la templanza, ofreciendo como sacrificio la orientación de nuestras pasiones sin la inflexibidad de los fariseos que respetaban las prescripciones del ayuno pero tenían un corazón alejado de Dios
Se pierde el valor del ayuno al verlo como un mero tratamiento terapéutico, pués este nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos.
El ayuno es una práctica ascética, un arma espíritual, una medida de purificación en el cauce de la esperanza.



Jesús nos dice :
"Cuando ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan...Tú, en cambio, cuando ayunes perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea ocnocuido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" (Mt 6, 16-18)

En medio de un mundo atravezado por la desesperación y la angustía, mantener la alegría puede parecer algo difícil, pero quizá, este sea un signo de santidad. Y el centro de esta actitud, está en que somos hijos de Dios y más allá de nuestras cruces cotidianas, nadie puede perturbarnos.

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